Por: Luisa Leyton, asesora estratégica CRPC
En contra de lo que está sucediendo en el mundo, en Colombia los niños, niñas y adolescentes están próximos a cumplir un año sin volver a las aulas. Diferentes estudios han demostrado que las instituciones de educación primaria no representan un foco de contagio del COVID 19, pero los dirigentes han dado prioridad a la reapertura de otros sectores de la economía por encima de esta evidencia. Aunque en este momento no se conocen las consecuencias exactas de esta restricción, ya se pueden divisar las implicaciones nefastas en la educación del país, especialmente en aquella población presente en los territorios de Colombia que no cuentan con la infraestructura que permita el acceso a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), como lo es la región del Pacífico colombiano.
Si bien en algunas ciudades principales la educación virtual se ha divisado como una alternativa, en esta región hay municipios con tasas de conectividad del 1%, tales como el Medio Atrato y Medio Baudó en el departamento del Chocó, que hacen imposible el acceso a la educación. En respuesta a este contexto, muchos colegios han diseñado cartillas educativas que los infantes, con ayuda de sus tutores responsables, deben completar para cumplir con los objetivos de las distintas asignaturas; sin embargo, esta alternativa demuestra que en la nueva normalidad el volver a clases no fue una prioridad.
Foto: Magaly Portocarrero, comunicadora local Tumaco
Además de las consecuencias que ya se han discutido plenamente como lo son la deserción escolar, la pérdida de aprendizaje y la disminución en el desarrollo de esta población; existen unas consecuencias que también deben ser mencionadas. Primero, los niños y niñas que se encuentran en las zonas más vulnerables del país no solo deben enfrentarse a la imposibilidad de conectividad, sino que no tienen un tutor dentro de sus hogares capacitado para acompañarlos y guiarlos en su proceso de aprendizaje, más específicamente al desarrollo de las cartillas educativas; pues en departamentos como el Chocó existe una tasa de analfabetismo que dobla el promedio nacional, por lo que se convierte en poco probable encontrar un adulto con los conocimientos mínimos que pueda guiarlos en este proceso como es debido.
Segundo, las consecuencias no solo están siendo percibidas por los infantes, sino por las mujeres dentro de los hogares. En un taller realizado desde la Coordinación Regional del Pacífico Colombiano (CRPC), las mujeres víctimas del conflicto en Quibdó manifestaban que no podían dedicar mucho tiempo a sus empleos porque sus cargas dentro del hogar habían aumentado, especialmente porque tras la pandemia debían asumir el rol de docentes para ayudar y supervisar el estudio desde casa de sus hijos e hijas. Esta es una variable que debe ser tenida en cuenta al momento de analizar las cifras de las jóvenes nini (ni estudian ni trabajan) que aumentaron en 30 puntos porcentuales, alcanzando el 65% en el 2020.
Foto: Pastoral Social de la Diócesis de Istmina – comunidad de Baudó
Tercero, el contexto planteado anteriormente permite prever que las desigualdades departamentales en la educación primaria y secundaria, así como el acceso a la educación superior en el mediano y largo plazo se van a agudizar. Antes de la pandemia, las cifras de acceso a la educación superior en toda la región Pacífica –Cauca, Chocó, Nariño y Valle del Cauca- y la calidad de la educación básica y media en Chocó se encontraba por debajo del promedio nacional; ahora, aunque no hay cifras oficiales, se espera que estas cifras empeoren.
Por todo lo anterior, es necesario que para esta nueva etapa se priorice el derecho a la educación, pues es la única forma de detener todas estas consecuencias para las poblaciones más vulnerables del país. Especialmente, se debe exigir a los dirigentes de la región Pacífica (1) invertir en políticas que garanticen un mínimo de acceso a los niños, niñas y adolescentes y (2) a buscar alternativas reales que permitan cuidar a la población de la pandemia sin que esto implique perjudicar el futuro de millones de niños del país. Para lograr estos objetivos, se vuelve indispensable e innegociable que los niños vuelvan a las aulas.
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